Cada año, profesionales de distintos países viajan a Suecia para especializarse en desarrollo sostenible, innovación y liderazgo. Entre ellos se encuentra Marlon, un egresado peruano que actualmente estudia una maestría en la Universidad de Uppsala gracias a la Swedish Institute Scholarship for Global Professionals (SISGP), una de las becas más competitivas y completas de Europa.
En 2023, tras una pausa en su vida laboral luego de siete años de trabajo continuo, se dio cuenta de que tenía un sueño pendiente: estudiar una maestría en Europa.
Ahí fue cuando descubrió la beca SISGP, dirigida a personas con experiencia profesional y participación en proyectos sociales vinculados a los ODS, en la cual, al ver los requisitos, reconoció que su trayectoria encajaba naturalmente.
Hoy Marlon cursa Desarrollo Sostenible en Uppsala University, donde uno de los enfoques que más lo ha marcado es el de soluciones basadas en sistemas, orientado a fortalecer la resiliencia de territorios y comunidades frente a fenómenos climáticos. La beca SISGP cubre matrícula, pasajes, un estipendio mensual y, además, ofrece capacitaciones en liderazgo, sostenibilidad e innovación, lo que permite que los becarios se enfoquen plenamente en su formación y en generar impacto.
Para Marlon, estudiar en Suecia es un recordatorio de que los sueños requieren decisiones valientes. Esta oportunidad, que antes parecía lejana, hoy lo impulsa a seguir creciendo y preparándose para contribuir al desarrollo sostenible del Perú.
«Estar aquí me recuerda cada día que los sueños no se cumplen por casualidad, sino cuando uno se atreve a tomar decisiones difíciles, a soltar lo conocido y a abrir espacio para lo que puede llegar. Me siento profundamente agradecido de vivir una experiencia que hace solo unos años existía únicamente como una anotación en un cuaderno».
Marlon Zarate
Ganador de la Beca SISGP
En la siguiente entrevista, Marlon nos cuenta cómo se decidió a postular a esta beca, cómo está siendo su experiencia y sus expectativas para cuando finalice el programa. Asimismo, información y recomendaciones para el proceso de postulación.
Lee la entrevista completa a continuación.

A mediados de 2023, después de casi siete años trabajando y viajando sin pausas, tomé una de las decisiones más difíciles de mi vida: renunciar a mi trabajo. Sentía la necesidad profunda de volver a mis sueños, de reconectar con lo que alguna vez imaginé para mi futuro.
Un día, en casa de mis padres, revisé unas notas de la época de universidad y me di cuenta de que había dejado en pausa varios sueños, entre ellos estudiar una maestría en Europa. Esa conexión con Europa venía de lejos: por el cariño hacia familiares que migraron hace casi dos décadas y por mi admiración hacia iniciativas globales de sostenibilidad que nacían en países como Suiza, Reino Unido, Suecia y Alemania.
Aun así, en 2023 la idea de estudiar fuera seguía pareciéndome un plan a largo plazo. Pero, por curiosidad y sin ninguna expectativa, como suele pasar cuando empiezo algo nuevo, comencé a investigar dónde estudiar una maestría en desarrollo sostenible. Fue entonces cuando descubrí que Suecia era un referente en la implementación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Hoy, viviendo y estudiando aquí, confirmo cada día esa visión.
Los algoritmos hicieron su parte. Empecé a ver videos sobre Suecia: sus ciudades, su cultura, sus universidades. Me atrapó por completo. Y, a mediados de 2024, esos mismos algoritmos me llevaron a una transmisión en vivo de una becaria colombiana en Malmö, Suecia. Su testimonio fue el impulso que necesitaba. Le escribí de inmediato al asesor y, sin darme cuenta, inicié formalmente mi camino hacia este país.
Nunca imaginé que todo ocurriría tan rápido. Comprendí que cuando uno vuelve a sus sueños, a veces la vida también nos acelera, nos ayuda e impulsa.
Entendí que la fortaleza principal de mi perfil como postulante no estaba tanto en mis notas de pregrado, sino en mi trayectoria profesional y en los proyectos sociales en los que había participado. Y justo eso era lo que el Instituto Sueco buscaba con las Becas para Profesionales Globales (SISGP, por sus siglas en inglés). La SISGP está dirigida a personas con experiencia profesional comprobada, que hayan contribuido a iniciativas sociales vinculadas a los ODS. Al revisar los requisitos, sentí que encajaba de manera genuina, no por coincidencia, sino porque mi propio camino ya venía alineado con ese propósito. Por eso, cuando descubrí esta oportunidad, sentí que era exactamente lo que había estado buscando.
Además, la SISGP te permite concentrar la mayor parte de tu energía en estudiar y generar impacto real. Lo hace cubriendo los pasajes aéreos, la matrícula completa de la universidad y otorgando un monto mensual durante todo el periodo de estudios, ya sea un programa de uno o dos años. Este apoyo económico permite cubrir gastos esenciales como alojamiento, alimentación y transporte. Además, al estar matriculado, la universidad brinda un seguro con coberturas específicas para estudiantes internacionales, cuyo alcance puede variar según la institución.
Otro valor agregado importante es que el Instituto Sueco (SI, en inglés) no se limita al apoyo financiero. A lo largo de la beca, ofrece capacitaciones continuas en liderazgo, sostenibilidad, innovación, salud mental, gestión de las emociones y otros temas clave para nuestro desarrollo personal y profesional. Esta combinación de apoyo económico y formación integral crea un entorno que permite enfocarse plenamente en los estudios y, al mismo tiempo, fortalecer las habilidades necesarias para contribuir de manera significativa a nuestras comunidades y sectores de trabajo.
El proceso consta de dos etapas. Primero, se aplica hasta a cuatro programas de maestría a través de un único portal nacional. Estas postulaciones suelen abrir en el último trimestre del año y cierran en enero del año siguiente. La segunda etapa es la aplicación a las becas. Las bases, condiciones y criterios de evaluación del SI se publican también en el último trimestre, y el portal para subir los documentos permanece abierto solo por unos días en febrero del siguiente año.
En abril, las universidades confirman a qué programas has sido aceptado y, con esa información, el SI evalúa y publica los resultados de becas entre abril y mayo. A partir de ese momento comienza la verdadera aventura: trámites migratorios, permisos de residencia, búsqueda de alojamiento, sesiones informativas, reuniones y todo lo necesario para llegar a Suecia e iniciar los estudios en agosto o septiembre, según la universidad. Si se mira en conjunto, el proceso va aproximadamente desde octubre, cuando empiezas a postular a los programas, hasta abril del año siguiente, cuando recibes las confirmaciones finales tanto académicas como de la beca.
Recomiendo que, antes de octubre, identifiquen con claridad los requisitos generales y específicos de cada programa de maestría de su interés. Buscar apoyo también es clave: contacten a personas que ya pasaron por este proceso o asesórense con profesionales. Revisen con atención la lista de maestrías elegibles para la beca del SI, que suele publicarse en noviembre.
Entre los documentos que conviene tener listos, no solo para Suecia, sino para cualquier destino donde la maestría se dicte en inglés, están: un certificado de validez internacional de suficiencia de inglés, las traducciones oficiales al inglés del grado de bachiller y del récord de notas, un pasaporte vigente preferiblemente para todo el periodo de estudios, y un CV actualizado en inglés. Además, es útil identificar con tiempo a las personas que podrían brindar referencias académicas y profesionales.
Uno de los temas que más ha capturado mi interés, hasta ahora, en la maestría de Desarrollo Sostenible que llevo en la Universidad de Uppsala es la perspectiva de soluciones basadas en sistemas. Este enfoque busca fortalecer la resiliencia de sistemas con interconexiones complejas, como ecosistemas andinos, comunidades amazónicas o incluso instituciones, frente a variables climáticas cada vez más impredecibles. Me resulta especialmente relevante porque en Perú fenómenos como inundaciones, heladas, sequías e incendios afectan directamente a miles de personas cuyo sustento depende de la ganadería y la agricultura.
Construir resiliencia en estos sistemas no es solo un desafío técnico; es también un reto social y territorial. Requiere comprender cómo interactúan los actores, los ecosistemas y las dinámicas locales para diseñar soluciones sostenibles y adaptativas. Es un reto urgente que tenemos en el Perú y que comparten muchas otras regiones del mundo.
Emocionante. Comenzar una vida lejos de mi grupo de soporte, estudiar en un país nuevo, rodeado de personas de distintas regiones del mundo, en un idioma diferente al mío y bajo condiciones climáticas totalmente nuevas, es un acto de valentía, lo es. Cada día ha traído un reto distinto: aprender a usar el sistema de buses y trenes, moverme en bicicleta como medio principal de transporte, entender que el peatón tiene prioridad absoluta, reciclar casi todo en casa, descubrir cómo abrigarse en otoño y cómo vestir para el invierno, presentar en inglés, probar comida de otro país sin saber a qué sabrá. Todo es nuevo, todo es aprendizaje.
Estos tres meses me han enseñado a estar abierto a lo que venga, a abrazar cada experiencia con el alma y a ser profundamente agradecido. Hay días buenos y otros no tanto, pero he entendido que la excelencia no se mide con los ojos ajenos, sino en el propio camino. Vivir en un país nórdico es una experiencia transformadora que recomiendo a quienes estén pensando en mudarse para estudiar o trabajar: los servicios ecológicos, los parques y bosques, el aire puro, la calidad de los servicios, el orden, la limpieza, el silencio y la tranquilidad son realmente invaluables.
Observo con sorpresa, que aquí, la vida con su ritmo pausado te obliga a respirar distinto, a pensar distinto y a crecer desde adentro. Estar aquí me recuerda cada día que los sueños no se cumplen por casualidad, sino cuando uno se atreve a tomar decisiones difíciles, a soltar lo conocido y a abrir espacio para lo que puede llegar. Me siento profundamente agradecido de vivir una experiencia que hace solo unos años existía únicamente como una anotación en un cuaderno. Hoy es una realidad que me transforma, que me reta y que me enseña que cuando uno se mueve con intención, el mundo también se mueve a favor con ese salto cuántico que necesitamos.